Thursday, March 08, 2007

La mentira que me tira. ¿Qué mentira retira el que tira y mira?


Boris MOURAVIEFF en su libro Gnosis, de tres tomos. Él habla claramente de la mentira. Veamos qué dice:
Dado que el Yo de la Personalidad está formado por un número considerablede pequeños Yoes dispuestos en diferentes grupos que, a su vez, rigennuestras actitudes y nuestras acciones ¿cómo conciliar este estado caótico conla continuidad, aunque más no sea aparente, de nuestra vida psíquica? Tres sonlos elementos que fundamentan esta apariencia de continuidad:- e l nombre;-la experiencia fijada por la memoria;-la facultad de mentirse y de mentir a los demás.El nombre que llevamos corresponde al Yo de la Personalidad, [los pequeños Yoes] cualquiera sea la posición recíproca que éstas adopten. Desde la adolescencia, el nombre corresponde también a la , representación que el hombre se hace de sí mismo en el estado de vigilia más, a menudo, el agregado de una imagen ideal de sí, imagen de lo que aspira a ser o devenir. Por eso se aferra a su nombre como a una tabla de salvación. En efecto, todo lo que existe tiene un nombre, sin nombre no podemos imaginar ninguna existencia psíquica o física, real o fáctica. En el caso del hombre, su nombre y apellido cubren el conjunto de lo quepuede definirse como su universo propio, tanto en sus elementos concretoscomo en los imaginarios, a menudo considerados por él como reales.La memoria es función directa del ser del individuo. Cuanto más alto es elnivel de ser tanto más fuerte es la memoria y tanto mayor su capacidad decontener. La pérdida de la memoria trae como consecuencia la pérdida de lanoción del nombre y de todo el conjunto a que se refiere, y hace del hombrenormal un loco: la cuestión de la continuidad ya no se plantea.La facultad de mentir es el tercer elemento constitutivo de nuestra vida fácticaque ayuda sustancialmente a ésta a proporcionar esa apariencia de continuidad.Podemos comprender sin dificultad el rol que desempeña la facultad de mentir si tratamos de representarnos lo que sería nuestra existencia en caso de que esta posibilidad nos fuera negada. Los choques y conflictos que deberíamos enfrentar nos harían la vida imposible. En este aspecto las mentiras sirven de topes, como los topes de los vagones de ferrocarril sirven para amortiguar los choques. Es así como la facultad de mentir hace menos contradictoria nuestra vida y contribuye eficazmente a darnos la impresión de continuidad. Una vez más nos encontramos ante el hecho de que nos atribuimos facultades que sólo poseemos como posibilidades a desarrollar. Tenemos la pretensión de ser veraces. Pero decir la verdad y vivir en la verdad es una posibilidad que sólo podrá ser real mucho más tarde, como consecuencia de un trabajo asiduo sobrenosotros mismos. Entretanto estamos condenados amentir y el que lo niega está atestiguando la dificultad en que nos encontramos para mirar la verdad defrente.Debemos detenernos un momento en la cuestión de la mentira, cuestión degran importancia sobre la que volveremos más de una vez. La facultad dementir es función de la capacidad de imaginar lo que es, a su vez, una facultadcreadora, ya que antesdecrear algo será preciso imaginarlo. Este don perteneceexclusivamente a los humanos, los animales no disponen de él. Gracias al donde la imaginación, don divino, tenemos nosotros la facultad de mentir. Mentimospor motivos diversos, en general porque deseamos mejorar situaciones que nos parecen insostenibles o difíciles de aceptar. La mentira abre entonces el camino a mecanismos de racionalización o de justificación que son los agentes de los "emplastos" internos. Veremos más adelante cómo las líneas de conductade las personas de nuestro entorno se entrecruzan y provocan en las relacioneshumanas choques que dan origen a situaciones difíciles, a veces insolubles,verdaderos nudos gordianos. En esos momentos, con la mejor buena fe, recurrimos a la mentira.La actitud de la Doctrina esotérica frente a la mentira es clara y realista. Nopide que se deje en el acto de mentir. Nadie podría sostener un tal compromiso.Pero si bien el hombre no puede no mentir a los demás, no sucede lo mismo en lo que a él concierne. Se le pide entonces, expresamente, que cese de mentirse a sí mismo. Se trata de una exigencia formal cuya razón se comprende fácilmente. El objetivo del trabajo esotérico es marchar hacia la Conciencia, es decir hacia la Verdad. Sería una contradictio in objecto querer aproximarse a la verdad mientras se continúa mintiendo, creyendo en las propias mentiras. Hay que destrozar sin piedad cualquier intento de mentirse a sí mismo. En este punto no se tolerarán convenios de partes ni se admitirán excusas de ninguna índole. Y puesto que en nuestra actual situación no podemos vivir sin mentir a los demás, debemos en todo caso ser conscientes de nuestras mentiras.