Friday, August 03, 2007

Thánatos

Fernando constantemente sentía cómo lo atrapaba Thánatos. Ese espíritu de odio y muerte. Ese halo de autodestrucción. Fernando se revolvía en odios, rencores, en una profunda rabia contra él mismo, por estar tan fuera de la tan popular “normalidad”. Se sentía culpable de todos los males del mundo. Su autoestima estaba profundamente destruida, no creía en sí mismo. Su cotidianidad se convirtió en vivir de derrota en derrota, de calamidad en calamidad. Fernando estaba perdido en laberintos y recovecos mentales. Estaba absorto en angustias sin tiempo, tan antiguas como la formación del Universo. Cargó con todos los estigmas que Thánatos disfrutaba en ponerle, heridas crueles que revolvía justo cuando éstas estaban casi sanando: las volvía a abrir de par en par, las hacía más profundas, más dolorosas. Thánatos le repetía una y otra vez que era malo, inútil, vacío, sin sentido, que merecía morir.

Fernando buscó redimirse de Thánatos. Y fue Rocío quien lo abrazó nuevamente, luego de largos años sin conocer la cercanía de unos brazos, de una mirada bondadosa, de una palabra profunda y amorosa. Fue ella la que con un beso, redimió sus labios hastiados de pronunciar maldiciones y blasfemias. Fue ella la que con su cuerpo hizo sentir a Fernando que estaba vivo, que era parte del universo. Fue Roció la que le dio un sentido a la vida de aquella bestia. Rocío le quitó la máscara de odios y muerte que Fernando usaba como protección, aquella máscara que escondía el rostro más noble que Rocío hubiera visto.

Thánatos, sin embargo, seguía rondando. En silencio. Escondido esperaba el momento propicio para atacar. Y fue cuando Fernando comenzó con miedos irracionales sobre el amor, sobre su relación, y sobre Rocío que encontró su momento. Nuevamente volvieron las paranoias, las incoherencias a la mente de Fernando. Fue así como azuzado por su tenebroso consejero Fernando empezó a matar a Rocío lentamente, con infidelidades, golpes y maltratos. Hirió su corazón con saña, con su más puro rencor. Fernando empezó a odiarla por su bondad, por su amor. Descargó todo su arsenal de violencia contra ella, hasta que la destruyó. Rocío permaneció a su lado, convencida de la bondad que podía tener Fernando, se dejo matar por amor, claro, un amor masoquista. En algún momento el corazón de Rocío empezó a ennegrecerse, a nublarse, empezó a disfrutar los golpes.

Fernando nunca mereció la redención, nunca la aceptó y él lo sabía. Por su parte, Thánatos fue el que mejor partido sacó de todo esto, reclutó a otra nueva víctima, cuyo delito fue amar demasiado a un insalvable, a un delincuente de la vida que terminó por torcer su camino, su belleza, su cuerpo y su corazón.
killing in the name of