Saturday, May 26, 2012

No, yo no creo en la democracia

No me miren como a un apestoso. Lo que dije no es una blasfemia, ni una incitación a mi propio linchamiento. Es sólo que yo no creo en la democracia, así de simple. Cuando menos no en la democracia de mi querido país. Y mis razones son varias, sobradas y patentes. La historia acumulada nos da a entender que el gobierno del pueblo es lo más civilizado que podamos obtener. Y sí, en verdad que suena muy bella la idea. Suena ideal. Esta idea suena a que nosotros, todos, somos responsables por el gobierno que tenemos. Asume que hacemos nuestra labor ciudadana de elegir lo que es mejor para nosotros basada en una acción informada y bien pensada; y que la unión de todas estas buenas decisiones dará por resultado una mejor dirección para el país. Si todos los votantes asumimos la responsabilidad de tomar una buena decisión, no cabrá duda de que la suma de los votos derivará en lo mejor para la mayoría. Ah, que hermoso. Pero nada más alejado de nuestra realidad. Yo no creo en la democracia porque los partidos políticos se han vuelto más especialistas en el manejo de las masas que en el logro de las labores por las que estas los eligen. Es más importante la campaña, que la acción. Se aprovechan de la mayor y más grave grieta que tiene la democracia: Las personas. Y es aquí donde pisaré callos. Yo no creo que todos los ciudadanos debamos tener la capacidad de votar. Yo creo que el derecho al voto en unas elecciones debería ser un derecho ganado gracias al fruto del esfuerzo individual del ciudadano y no por algo tan simple como el tener ese derecho ganado por haber nacido en el país nomás. A mí me gustaría que se aplique un examen de aptitud electoral. Y así como no le entregan a cualquiera una licencia de manejo o un certificado escolar no deberían entregarle a cualquiera el poder del voto (porque es un poder). En lo que sí pudiéramos participar todos es en recibir e impartir capacitación para realizar el examen de aptitud. En eso sí todos parejos. Y de ahí, el que se aplique, podrá recibir la condecoración del votante responsable. ¿Y los que no pasen? Ah, pues que no voten. Y así de simple. Y claro, que esto no es la solución perfecta, lo entiendo, porque aún nos toparemos con los borregos, los obtusos, los cerrados y los inflexibles que “técnicamente” son capaces de pasar el examen, pero que igual le dan en la torre a la buena voluntad de los demás. Sería un parche más, y ya. Y luego los problemas generados por la burocracia del examen pueden hacer peor las cosas. Y luego hay que ponerle otro parche más… y así. La historia de nuestra miscelánea fiscal se repetirá. Nah, mejor no.
Yo no creo en la democracia y tampoco creo que el movimiento de voto-nulo sirva de algo. “Es para crear conciencia” dicen algunos. ¿Conciencia de quienes o para qué?. ¿Es para que los de arriba en el poder se compadezcan? no, no creo. ¿Es para que se sientan mal? ¡por Caronte!, si no se sienten mal de las fechorías que hacen descaradamente ¿se van a sentir mal por ver el berrinche del pueblo? ¿de verdad lo creen?.
Yo no creo en la democracia y sin embargo iré a votar en las próximas elecciones. Y no como un gesto contradictorio o de poca fidelidad hacia mis convicciones. Iré a votar porque -aunque no me guste- vivo en medio de una cuasidemocracia que me rige y con cerrar los ojos (o hacer berrinche) no solucionaré nada; y con ello no sólo no seré parte de la solución sino que me sumaré al problema. Votaré por quien a mi gusto es el “menos pior”. No me gusta, pero creo que si tengo que escoger un mal que sea el menor. Con mi voto-nulo podría provocar que gane quien menos quiero que gane. Al fin de cuentas las elecciones se ganan con votos y el que tenga más gana. No importa si son 5 unidades o 10 millones. Con berrinche o sin berrinche. Y más aún, creo que el voto-nulo hace más daño que bien, porque en lugar de crear conciencia, lo que hace es coadyuvar la victoria de candidato más poderoso, con más “llegue”. ¿Cómo? Simples matemáticas: Si el ciudadano pro-conciencia (quien en teoría es un “elector pensante”) anula su voto, dejará libres en los conteos de los votos válidos a todos aquellos de quienes justamente me estoy quejando en este post: los borregos, los desinteresados, los obtusos, los partidistas, etc. Y con ello, si acaso pudo haber una propuesta buena de algún partido pequeño -aunque fuera sutil e insignificante- quedará en el cajón de lo nunca hablado. El cajón oscuro.
No, yo no creo en la democracia. Y eso que no hablé de corrupción… pero ese, ese ya es otro boleto.