Wednesday, October 10, 2012

De lo poco que he aprendido en la vida: cada quien elige su infierno.

Si en medio de la noche un ángel o un demo­nio se me apareciera ofre­cién­dome tres deseos… el segundo sería, obvio, una inau­dita memo­ria lit­er­aria: recor­dar al pie de la letra todo lo que he leído. Y no para alardear en las mesas con­cur­ri­das, más bien para no sen­tirme tan desam­parado cier­tas noches. Para abrazar con mi corazón la línea exacta que me devolverá la calma esa madru­gada. ¡Caray! Las noches son abis­mos hondísimos.