Que mejor sitio que aqui, que mejor momento que ahora!
NI DE IZQUIERDA NI DE DERECHA, SOMOS LOS DE ABAJO Y VAMOS A POR LOS DE ARRIBA.
El màs distante, soy errante navegante que jamàs te olvidarè.
NI DE IZQUIERDA NI DE DERECHA, SOMOS LOS DE ABAJO Y VAMOS A POR LOS DE ARRIBA.
No me miren como a un apestoso. Lo que dije no es una blasfemia, ni una incitación a mi propio linchamiento. Es sólo que yo no creo en la democracia, así de simple. Cuando menos no en la democracia de mi querido país. Y mis razones son varias, sobradas y patentes. La historia acumulada nos da a entender que el gobierno del pueblo es lo más civilizado que podamos obtener. Y sí, en verdad que suena muy bella la idea. Suena ideal. Esta idea suena a que nosotros, todos, somos responsables por el gobierno que tenemos. Asume que hacemos nuestra labor ciudadana de elegir lo que es mejor para nosotros basada en una acción informada y bien pensada; y que la unión de todas estas buenas decisiones dará por resultado una mejor dirección para el país. Si todos los votantes asumimos la responsabilidad de tomar una buena decisión, no cabrá duda de que la suma de los votos derivará en lo mejor para la mayoría. Ah, que hermoso. Pero nada más alejado de nuestra realidad. Yo no creo en la democracia porque los partidos políticos se han vuelto más especialistas en el manejo de las masas que en el logro de las labores por las que estas los eligen. Es más importante la campaña, que la acción. Se aprovechan de la mayor y más grave grieta que tiene la democracia: Las personas. Y es aquí donde pisaré callos. Yo no creo que todos los ciudadanos debamos tener la capacidad de votar. Yo creo que el derecho al voto en unas elecciones debería ser un derecho ganado gracias al fruto del esfuerzo individual del ciudadano y no por algo tan simple como el tener ese derecho ganado por haber nacido en el país nomás. A mí me gustaría que se aplique un examen de aptitud electoral. Y así como no le entregan a cualquiera una licencia de manejo o un certificado escolar no deberían entregarle a cualquiera el poder del voto (porque es un poder). En lo que sí pudiéramos participar todos es en recibir e impartir capacitación para realizar el examen de aptitud. En eso sí todos parejos. Y de ahí, el que se aplique, podrá recibir la condecoración del votante responsable. ¿Y los que no pasen? Ah, pues que no voten. Y así de simple. Y claro, que esto no es la solución perfecta, lo entiendo, porque aún nos toparemos con los borregos, los obtusos, los cerrados y los inflexibles que “técnicamente” son capaces de pasar el examen, pero que igual le dan en la torre a la buena voluntad de los demás. Sería un parche más, y ya. Y luego los problemas generados por la burocracia del examen pueden hacer peor las cosas. Y luego hay que ponerle otro parche más… y así. La historia de nuestra miscelánea fiscal se repetirá. Nah, mejor no.